El sol.
El sol es de un violeta inesperado; tanta intensidad hay en su abrazo que pervierte las avispas en la piel. La misma caricia, prolongadacomo una extensión del besoen sus últimos vapores, sube de la tierra, matay provoca el anhelo de una playao de un sueño feliz con mariposascon dulces corazones de piñascon calabazas azules y torneadascon planetas redondoscomo bolas de cristal.El sol que va cambiando del violetapor un rostro de alumbre azafranadoaumenta las definiciones, y un paisaje frutal, ilimitadoacampa en el pellejo de las bestias.El sol que acierta en el incendiodesespera en la frente sin consejoel sol, que aúlla en las praderasque pule las espaldas… tiene calor de confesionesde nítida esperanzaen el dulce morir de hoy.Maria Eugenia Caseiro
lunes, 19 de enero de 2009
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